!!!!!!Nuestra enhorabuena¡¡¡¡¡ - Javier Mármol-
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ELLA Y ÉL
Ellos se querían, se querían mucho,
se amaban. Jóvenes, adolescentes, inocentes, ingenuos.
La historia de amor de estos dos
adolescentes fue a mediados de los 80 ¿Recuerdas? Ponte por favor aquellos ojos
con los que se miraba la sociedad en aquella época.
Ella de familia humilde, echémosle
14. El de familia acomodada, no os confundáis, no era una familia millonaria,
simplemente podían vivir medianamente tranquilos. A él le pondremos 3 más,
rozando la mayoría de edad, los 17. Eran unos críos, de la vida sabían poco, de
la vida sabían lo que les habían dejado saber. Se conocieron. Si me lo permiten
no recuerdo como, pero eso no es lo importante. Qué más da si fueron unos
amigos en común, una coincidencia o una noche de fiesta. Lo importante es que
acabaron queriéndose, acabaron amándose, acabaron juntos, quizá no acabaron,
empezaron, empezaron juntos.
Salían juntos. Ella debía volver
pronto a casa, debía volver a casa a las diez. Él no. Él la acompañaba a casa y
seguía en la calle, bueno, seguía en los bares. El seguía en los bares y no
paraba. Él no paraba.
Pasaron los años y ella volvía
pronto a casa y el seguía, seguía y no paraba.
Ella ya tenía los 17. Él 20. Habían compartido tres años, tres años sin
haberse juntado como todos lo acaban haciendo. Y lo hicieron, la primera vez.
Después de la primera vez nunca se para. Ella se iba pronto, él seguía, no
paraba.
La madre de él descubrió que su
hijo, aquel crio, tenía lo que los representantes de Dios en la tierra no
permitían. No permitían que aquello, aquello que ellos hicieron por primera
vez, fuera por diversión, placer o simple amor, aquello solo podía servir para
dar más hijos a Dios. Lo descubrió y lo tiró, tiró su escudo, su protección.
Sin escudo que los protegiera, después de la primera vez nunca se para, se
tiraron de cabeza. Les habían dicho que un coche marcha atrás no atropella, que
un coche que recula no puede ser mortal. Pero ese coche atropelló, atropelló
sus vidas, atropelló su juventud.
Les insistieron en borrarlo, les
insistieron en hacer desaparecer las huellas de su amor, les insistieron para
que no tuvieran al pequeño el, o ella. Se negaron a borrarlo, se negaron a
hacer desaparecer las huellas de su amor, se negaron a no tener al pequeño él,
o ella.
Ella fue la que más difícil lo
tuvo, hasta su familia le dio la espalda, por un tiempo, porque la familia es
la familia. Pero ella fue la que más difícil lo tuvo. Recordad que era menor de
edad, era menor de edad y mujer, además no estaba casada, no tenía pareja a los
ojos de Dios.
Los ojos se giraban persiguiendo
sus pasos mientras andaba por las calles principales de su ciudad. Hablaban
murmuraban y criticaban algo que al parecer era incomprensible. Que dos jóvenes
se quisieran y fueran a tener un bebé lo era, porque no estaba casada.
Se casaron a pesar de que había quien no lo aprobaba, se
casaron porque se querían, querían ser una familia. Tuvieron al bebé, el
pequeño él, o ella. Fueron una familia, pero ella había vuelto siempre pronto a
casa y él había seguido y no había parado, no había parado nunca. Ella no sabía
nada. Él no era consciente. La felicidad de ella consistía en ver a sus dos
amores juntos, por eso lucho, por eso lucho aun estando sola, porque nadie le
ayudó a sacarlo de la bebida.
Él le pedía perdón y le prometía
dejarlo. Él le pedía perdón y le prometía dejarlo una y otra vez. Ella le
perdonaba. Ella le perdonaba una y otra vez. Mientras él seguía y no paraba,
ella no paraba de intentar ayudarlo. Hasta que no pudo más y se separó.
Ella puso fin a su relación y saco
adelante a su bebe, quizá él se apartó de lo que más quería porque se dio
cuenta de que cerca podía causarles un daño mayor que el que les iba a causar
su ausencia, pero si, los quería, el problema fue que no pudo vencer aquello
que se había convertido en una enfermedad.
Ella y él no tienen nombres, no
tenían nombres, porque pudo ser cualquiera, pudo ser y puede ser. Tal vez ni
siquiera haga falta ponerse los ojos de la década de los 80, porque esto puede
pasar hoy también, puede pasar y pasa, la diferencia es que hoy creemos que es
impensable, creemos que es impensable que los ojos se giren persiguiendo sus
pasos, creemos que nuestros ojos no se giraran persiguiendo sus pasos, pero
¿Sabéis qué? No hemos avanzado tanto.
Ellos se querían, se querían mucho,
se amaban. Jóvenes, adolescentes, inocentes, ingenuos. Eran unos críos, de la
vida sabían poco, de la vida sabían lo que les habían dejado saber.
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