Tras leer de forma anónima todas ellas en clase, las más votadas fueron las que escribieron:
* Evelyn Gorjón
* Mª Ángeles Sáenz
* Vanesa Igea.
Os dejamos una copia para que podáis disfrutar tanto como nosotros, de los recuerdos que nos trajeron.
En recuerdo a mi querida abuela
Querida abuela ,te escribo esta carta para decirte
lo mucho que te quise y
te quiero.
Recuerdo con mucha añoranza todos los momentos
vividos contigo. Cómo
me protegías y cuidabas cuando mis padres me dejaban contigo para ir
a trabajar, en aquellos años tan duros y
difíciles en los que había que trabajar
muy duro para poder salir adelante.
También recuerdo cómo me hacías la comida , me preparas mi pan con vino y
azúcar para merendar y los domingos me subías a la cama chocolate para
desayunar.
Un día te fuiste cuando yo todavía era muy niña, mi
mamá lloraba y me
explicaba que te habías ido al cielo, yo miraba
hacia arriba y no te veía.
Mamá me decía que tenía que ser buena, que tú me cuidabas desde el
cielo porque tú si podías verme. No entendía nada, pero sabiendo que desde
el cielo me cuidabas yo me sentía protegida.
Después de tanto tiempo llegué a conocer tú
historia supe que no tuviste una
vida muy fácil y que diste todo por cuidarnos a
nosotros y a mucha otra gente
necesitada. Fuiste una mujer luchadora fuerte y muy
muy buena.
Después de tanto tiempo todavía siento tus abrazos
y tus besos y quiero que
sepas que contigo viví unos hermosos momentos qué
llevaré en mi corazón
hasta el final.
“Con añoranza asumo que mi abuela es la estrella
más bonita en el cielo.
Aunque a veces pueda no verla, sé que siempre
estará allí.”
Aquellas cosas
imprescindibles en la vida, sin las que costaría mucho vivir, esos son mis
abuelos. Los que día a día hacen que te sientas bien con una simple llamada,
los que dan su vida entera para que seas la persona más feliz del mundo, los
que sin pedirlo te regalarían el cielo por mucho esfuerzo que supusiera.
Ellos que dan amor a todas
horas. Pero todo tiene su lado negativo, y es que esas personas que tanto
quieres, no siempre estarán ahí, por eso
hay que vivir cada minuto como si fuera el último.
Yo he tenido la suerte de
conocer a todos. Gracias a dios aun me quedan mis dos abuelas a las que quiero,
amo y adoro más que a mi vida. Cada día que paso con ellas es un regalo. Las
alegrías que me dan no se pueden contar, hay que vivirlas.
Mi abuelo materno falleció
cuando yo solo tenía 5 años, pero aún así
recuerdo muchas cosas vividas con él, como por ejemplo cuando se ponía a
cuatro patas por el suelo de la cocina y me hacía subir encima como si de un
caballo se tratase, o los momentos en los que me hacía meter las manos en sus
bolsillos para sacar un par de terrones de azúcar que tanto me gustaban, solo para ver como mi rostro se iluminaba al
verlos.
El día que se fue yo
todavía era una niña. Recuerdo exactamente las palabras de mi madre: -"El
abuelo se ha ido y tardará mucho en volver."- es raro que con esa edad me
acuerde de cómo me lo contó, pero son las típicas frases que se les dice a los
niños para que no suene tan fuerte lo que realmente ocurre, pero a medida que
vas creciendo te vas dando cuenta y
sabes perfectamente lo que pasó.
Gracias a mi madre no fue
un golpe tan doloroso para mí, pero yo sigo echando de menos esos días que
pasaba con él y el no poder habernos despedido como los dos hubiésemos querido.
Ahora mi abuela materna
vive cada mes en la casa de uno de sus hijos, no porque no pueda valerse por sí
misma, (porque está como una rosa) sino
porque su casa ya no es muy segura para una persona de avanzada edad.
Fue muy triste el día que
se marchó de allí, porque es como dejar su vida atrás, pero con el cariño de
todos pudo adaptarse fácilmente y la verdad que yo estoy muy contenta cuando
llega el mes que tiene que quedarse en mi casa porque trae alegría con ella.
Por otro lado están mis
abuelos paternos, mi abuela sigue con nosotros, viene a vernos casi todos los
días de la semana, aunque sean cinco minutos para ver qué tal estamos.
La pena es que con 20 años
que tengo ya, soy consciente de las cosas y por desgracia a principio de año mi
abuelo nos dejó por culpa de una enfermedad que todavía sigue existiendo, el
cáncer. Ese día lo recuerdo como si fuese ayer, el día más doloroso de mi vida.
Por circunstancias ajenas, yo no pude
pasar los últimos minutos de vida con él, pero sí llegué a despedirme a mi manera
días antes.
No todo es malo, él me hizo
muy feliz el tiempo que pasamos juntos,
cuando me lo encontraba por la calle,
siempre me daba dinero sin decírselo a mis padres y si no lo cogía se
enfadaba conmigo. Las vueltas que me daba de pequeña en su moto por el campo,
los momentos que venía de dar una vuelta con sus amigos y daba un rodeo más
largo simplemente para acercarse a casa y vernos (el escucharlo gritar mi
nombre desde la calle para ver si estaba en el salón, ese momento me llenaba de
ilusión). Cuando traía las verduras que
plantaba en el huerto para nosotros y nunca se dejaba el par de melocotones
para mí porque sabía que me encantaban.
Hay muchísimos momentos que
si me pongo a decirlos todos no acabo nunca.
Yo para él era su chiquilla, a la que más
quería (como yo a él, era mutuo). El día
que nunca quería que llegase llegó y la verdad que no pude pasarlo tan mal,
pasaron por mi cabeza mil cosas de las que me arrepentía, el no haber ido más
veces a verlo o creer que no llegué a tratarlo como se merecía, pero mi padre
supo como animarme en ese momento y días después de lo sucedido, me soltó una
frase que le dijo mi abuelo a él sobre mí y la verdad que no pude estar más
contenta de saber que incluso en sus últimos minutos de vida se acordó de mi y
realmente la frase me llegó a lo más profundo de mi y supe que todo lo que
había hecho por él fue suficiente.
No quiero imaginarme el día
que me falten mis abuelas. Lo malo que no son eternos, pero que el tiempo que
están con nosotros es más valioso que todo el oro del mundo y que sin ellos
nuestras vidas no serían nada. Los abuelos son lo más bonito que existe y por
ello debemos cuidarlos como si no hubiera un mañana aprovechando cada detalle y situación.
Les agradezco a cada uno de ellos el haberse preocupado por mí, habéis sido y
seréis mi ejemplo en la vida, siempre habéis logrado transformar los tiempos
malos en momentos inolvidables.
Gracias por estar a mi lado siempre que os he
necesitado, por darme vuestros consejos en el momento oportuno y sobre todo
gracias por todo vuestro amor.
¡Los
abuelos deberían ser eternos!
Vanesa Igea
Abuelos:
Vosotros, vosotros que habéis hecho que la vida sea
diferente.
Vosotros habéis hecho que vea las
cosas con ese punto de positividad.
Vosotros que con solo escuchar
vuestra voz yo ya era feliz.
Tú, yaya, que con un abrazo calmabas todas mis
penas. Con darme la mano se me quitaban
todos los miedos, y con tus caricias, todas las noches dormía siempre como un bebé.
Mi segunda madre. Mi confidente
cuando discuto con tu hija, mi
consejera, mi vida entera.
Tu,
yayo, todo el día trabajando de sol a sol y en cuanto llegabas a casa lo
primero que hacías era cogerme y contarme tus historias, siempre con una
sonrisa. Y tu frase de: “ con llorar no
vas a hacer nada, dame un abrazo y deja
de llorar”.
No sé qué haría sin tus
abrazos, son los únicos que me levantan
cuando estoy por los suelos. Mi auténtico guerrero.
Vosotros... Sois la razón de que yo sea como soy. Gracias por apoyarme, por hacerme feliz todos estos años.
Ahora me toca a mí haceros felices a
vosotros.
Evelyn Gorjón
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