Una oferta tentadora
Sara
Herce 4º A
Juan
era un chico muy tranquilo. Estaba cursando cuarto de la E.S.O. y estaba muy
centrado en los estudios. Juan podría ser descrito como el hijo perfecto: pero
su madre, sin embargo, no estaba tranquila pues, a diferencia del resto de
madres, ella estaba más preocupada por la vida social de Juan que por sus
calificaciones.
A menudo discutían sobre estos temas. Desde
que comenzó a centrarse en el instituto, había dejado de lado a sus amigos y
únicamente quedaba con ellos algún fin de semana, si no había exámenes próximos
a la fecha. En un intento de su madre por poner solución a este problema, le
propuso que se uniese al equipo de fútbol del instituto. Aquella idea cabreó
mucho a Juan, pues odiaba el fútbol visceralmente y aquello le había causado ya
muchos problemas con otros chicos. Aun así, su madre insistió y le explicó que
debía hacer ejercicio para estar en forma y mantenerse despistado algún rato.
Juan
se informó de los beneficios que tenía hacer al menos una hora de deporte al
día, y tras varios pensándolo, decidió apuntarse junto a sus amigos al equipo
de futbol del instituto. Todos se sorprendieron, pues sabían que diaba el
fútbol y siempre se había negado a jugar.
Durante
los primeros días llegaba a casa cansado y cabreado, y estuvo a punto de
dejarlo varias veces. Pero después de jugar el primer partido, comenzó a
interesarse más por el equipo. Se pasaba las tardes pensando en entrenar para
el partido. Había cambiado mucho su percepción del futbol, pues desde el sofá
de casa ver un partido le resultaba de
lo más aburrido, pero jugarlo era totalmente distinto.
A
pesar de ser el último en llegar, Juan comenzaba a destacar en el equipo. Un
día el entrenador reunió a los chicos para comentarles que había un ojeador de
un equipo importante que estaba interesado en verles jugar. Él no le dio
ninguna importancia, simplemente siguió disfrutando y riendo mientras jugaba
con sus compañeros. Un par de semanas después, la madre de Juan recibió una
llamada del entrenador: le citaba después del entrenamiento para comentarles
una cosa. Ninguno de los dos lo esperaba; pero el entrenador le dijo que le
habían visto jugar y tenía mucho potencial. Por ello, el ojeador había
solicitado llevárselo a jugar a su club en las categorías inferiores. Al
principio, le resultó muy interesante, pero no aceptaba la idea de tener que
irse a vivir a otro lugar y comenzar sus estudios allí.
Juan,
después de pensarlo bastante, decidió que iba a rechazar la oferta, pues se dio
cuenta de que lo que realmente le gustaba del futbol eran su equipo, sus
compañeros y el ambiente en el que jugaba. Después de todo, Juan sabía que no
quería ser un jugador profesional y lo que más claro tenía era que no quería
volver a separarse de sus increíbles amigos.
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