15 de mayo de 2019

RELATO GANADOR EN EL CONCURSO DE SAN JUAN BOSCO


LA MASA
Patricia Jiménez Lago
4°B
Odiaba el fútbol visceralmente. El público vitoreando frenéticamente,
jugadores sudorosos corriendo y dando patadas a un balón, sin control el
intranquilizante hecho de que este balón vuele por los aires descontroladamente.
Hasta esta misma mañana habría apagado el televisor en caso de haberse estado
transmitiendo un partido de fútbol.
De hecho mis ojos no daban crédito cuando mi mejor amiga llamó al timbre de
mi casa para ofrecerme una muy poco pintoresca entra para un partido de
tendría lugar esa misma tarde.
Mi primera reacción, como era esperar, fue soltar una sonora carcajada ante
la sonrisa suplicante de mi amiga. Al parecer ella deseaba ver ese partido y,
desde luego, no estaba dispuesta a hacerlo sola.
Únicamente en nombre de la amistad, y en cierta medida gracias a la
insistencia de mi amiga, accedí a acompañarla. Al fin y al cabo, cerrarse en
banda nunca fue y nunca será una buena cualidad a mi parecer. La idea de
dejar de lado mis prejuicios y ver un inofensivo partido de fútbol, incluso
si es por resignación, por una vez puede ser interesante y hasta
enriquecedor.
Tranquilamente sentada en una butaca de las gradas con mi persuasiva amiga a
mi izquierda y un robusto hombre sudoroso y al parecer muy apasionado en lo
que al deporte se refiere a mi derecha.
En mi mente repasaba mi convicción de mantener la tranquilidad teniendo en
cuenta la apatía que siento por este deporte.Y es que no solo no encuentro la
emoción de ver a unos hombres correr por un campo detrás de un balón, sino
que tampoco me considero una persona con la paciencia suficiente para
aguantar a tanta gente armando semejante bullicio. Pero ahora me encuentro en
un no premeditado proyecto de automejora, así que si estas personas gritando
me van a enseñar paciencia y autodominio, lo aceptaré.
Tan solo unas escasas horas antes habría jurado que aquella chica gritando,
silbando y alegrándose eufórica cuando el balón entró en la portería no se
trataba en absoluto de mi.
Pero si era yo.
De algún modo a pesar de que mis aborrecimiento a hacia el fútbol no han
cambiada, tan solo media hora después de que el partido diera comienzo me
encontraba formando parte de todo aquél escándalo.
Me encontraba siendo parte de la masa.
Al llegar a la tranquilidad de mi hogar y meditar en ello me di cuenta de que
la influencia de la mayoría de las personas de aquel lugar fue más fuerte que
mis convicciones. Y es que resulta muy difícil permanecer firme en tus ideas
cuando todo el mundo a tu alrededor es contrario a ti. A lo mejor subestimé
el poder de masa.

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