24 de marzo de 2023

EL MUNDO AL REVÉS (PREMIADOS CONCURSO LITERARIO SAN JUAN BOSCO22-23)



 Había una vez, un mundo del revés, en el que nada era lo

que parecía, o casi nada. Los atardeceres eran por la

mañana y eran de color blanco, y los amaneceres, cuando

uno se acostaba, en vez de ser una mezcla de amarillo y

rosa, eran negros como el tizón. Se podría decir que sus

habitantes eran felices, pero estaríamos cometiendo un

grave error al hacerlo. En este mundo vivían todo tipo de

seres, árboles, personas y cualquier cosa que te pudieras

imaginar. Yo vivía ahí, era uno de los muchos hombres

que trabajaban en la fábrica de cerillas de Marta Hudson,

la mujer blanca más rica de todo el hemisferio sur. Mi

vida era bastante normal, me levantaba antes del

atardecer, hacía el desayuno e iba andando al trabajo,

normalmente muy abrigado, aún si era verano, no quería

que me dijeran nada, quién sabe si cualquier día una

mujer me veía ahí indefenso con poca ropa y camino de mi

trabajo, y solo ella sabe lo que podría pasarme.

En cuanto a los fines de semana, me levantaba un poco

antes e iba a la Iglesia. Yo era cristiano, como más del 80%

de los habitantes de mi mundo, fieles a una sola diosa

llamada Anna, a la que llamábamos simplemente “Ella”.

Supongo que en vuestro mundo será igual, así que no

quiero aburriros más con el tema de la religión, os sabréis

de memoria lo de que los hombres salimos de la costilla

de Eva, que nos comimos la fruta del árbol prohibido y

todo eso.


Mi vida era igual que la de cualquier otro hombre,

hacíamos lo que podíamos con lo que teníamos (y se nos

permitía hacer, claro), tampoco ganábamos demasiado,

como debía de ser, porque está claro que, aunque me

cueste admitirlo, no merezco ser pagado lo mismo que

una mujer que realiza mí mismo trabajo, por favor, todo

el mundo sabe eso. Además, como iban a darme los

mismos trabajos que a ellas si no fui los suficientemente

listo para entrar en la Universidad “mixta” de Patricia

Mayer, la más barata a de la comarca.

Dejando de un lado mi trabajo tampoco me podía quejar,

podíamos votar, tener pertenencias, opinión (una poca),

quién quiere mas que eso. Un día, después de salir de mi

compra semanal, me choqué con una mujer y su grupo de

amigas, me miraron y me persiguieron hasta

encontrarme. Después de eso, no recuerdo nada más,

pero no es eso lo importante, ya que, al fin y al cabo era

de noche e iba muy fresca, ya se olía lo que me iba a

pasar, lo importante fue que oí algo, parecido a una

alarma, era un teléfono.

Cuando sonó el teléfono me asusté y abrí los ojos. Me

encontraba en una extraña habitación, muy iluminada,

con bastantes fotos en las que se me veía a mí y a lo que

parecía mi familia. Salí a la calle y era todo rarísimo e

inimaginable, del revés a mi mundo.

Y esta es la historia de como acabé aquí, en lo que

vosotros llamáis Tierra. No se aún como, ni por qué, pero

por lo menos aquí soy yo el jefe de la fábrica de cerillas.


Edurne López 3ºB

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