Mi padre siempre
fue una persona de carácter fuerte, agresiva, y además, alcohólico. Su padre
era igual que él, por lo que entiendo que fuera así...Pero, ¿por qué mi padre
no quiso cambiar? ¿Acaso hay personas que están destinadas a ser como son y no
pueden cambiar?
Por otro lado,
mi madre no se dejaba llevar por sus emociones. Ella era una persona amable,
cariñosa, bondadosa, disciplinada, inteligente, y otras muchas cosas que nadie
en este mundo podría llegar a ser... Sin embargo, ¿sirve de algo ser bueno?
Cuando tu vida termina, ¿acaso todo lo que fuiste e hiciste importa?, ¿acaso
alguien te recordará?
En un día gris,
frío y lluvioso, a la edad de 11 años, estaba en casa y bajé las escaleras.
Recuerdo que estaba escuchando mi música favorita mientras hacía los deberes,
tan difíciles, de matemáticas que mi profe mandaba cada día para casa. Por una
parte, estaba feliz, porque siempre agradecía lo que mi madre me daba y hacía
por mi: un techo bajo el que vivir, comida, tiempo conmigo, ayuda con los
deberes...Pero ese día me dijo que no podía ayudarme. Por otra parte estaba
triste y enfadado, ya que odiaba que mis padres siempre discutieran y también
odiaba ser tonto, porque nunca fui un chico de buenas notas, y temía que cuando
creciera no consiguiera un buen trabajo, como fue el caso de mi padre.
El caso es que
bajé las escaleras porque aun con los cascos puestos, oí unos ruidos fuertes
que provenían de la cocina. Una vez abajo, me quedé anonadado, en shock. Mi
mente no podía procesar lo visto en ese momento: mucha sangre esparcida por el
suelo, con un cuerpo que parecía el de mi madre, y mi padre con un cuchillo en
la mano y lleno de sangre. Me empezaron a salir lágrimas de los ojos, pero lo
que pasó después de esto me dejo aún más trastornado: “Lo siento mucho,
Marcos...Por todo” y mi padre se suicidó delante de mí.
Odio mi vida,
odio que la gente no pueda cambiar, o que no lo intenten... Odio estar
condenado a sufrir por otras personas. ¿Acaso merezco este sufrimiento? Creo
que va siendo hora de descansar de una vez por todas.
DANIEL CARVAJAL, 1º BACHILLERATO.
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