8 de diciembre de 2020

JULIA DOMNA, LA EMPERATRIZ FILÓSOFA

 


                                                                      La emperatriz Julia Domna

                                                                        TALLER ROMANO

                                                                        Museo Nacional del Prado

 

Pocas mujeres, aparte de Livia, llegaron a acaparar tanto poder en tiempos del Imperio Romano como la emperatriz Julia Domna. Nacida en torno al año 170 d.C., en la provincia de Siria, Julia Domna era hija del sacerdote supremo de El-Gabal, una divinidad solar oriental cuyo culto se extendía con fuerza por el Mediterráneo. La juventud de Julia Domna estuvo marcada por una época de tumultos y guerras civiles que se desataron en Roma tras la caída de la dinastía de los Antoninos. Siendo muy joven se casó con Lucio Septimio Severo, que quedó prendado de ella al conocer un oráculo que había vaticinado que Julia Domna se casaría con el futuro emperador de Roma.

El asesinato de Cómodo abrió las puertas a quienes, como Septimio Severo, buscaban acceder al trono. Los fugaces emperadores Pertinax y Didio Juliano cayeron en manos de los pretorianos, y sólo el esposo de Julia Domna consiguió hacerse con el favor de las legiones y liquidar a la guardia pretoriana que había asesinado a sus antecesores. En todo el proceso de lucha por el poder, Julia Domna permaneció al lado de su esposo, viajando con él allí donde el deber le requería. De su unión nacieron dos niños, Caracalla y Geta, sobre los cuales su madre ejerció una poderosa influencia. Julia Domna se llevó con ella a Roma a varias mujeres de su familia, entre ellas su hermana Julia Maesa y sus sobrinas Julia Soemias y Julia Mamea. Este grupo de mujeres logró crear en Roma un influyente círculo de escritores y filósofos en los que los sirios tuvieron un peso fundamental.

Septimio Severo tuvo que desplazarse por el Imperio en numerosas ocasiones para enfrentarse tanto a los usurpadores que se levantaban contra él como contra los pueblos extranjeros que amenazaban las fronteras. Julia Domna siempre estuvo a su lado, lo que le granjeó el respeto del pueblo, que la colmó con todo tipo de honores. Ella, conocedora del poder político que tenía la religión, se hizo identificar con numerosas divinidades, como Deméter, Juno o Cibeles. Julia Domna fue una de las principales responsables de que la corte imperial romana se convirtiera en una corte propia de las monarquías absolutas orientales, cambiando por completo las costumbres áulicas de la Urbe. 

Se dedicó al estudio de la filosofía y la religión, formando parte de un círculo intelectual importante, con figuras como el filósofo Filóstrato y el médico Galeno.

 Al morir Septimio Severo, Julia Domna trató de mediar entre sus hijos para que compartieran el trono, pero el impetuoso Caracalla acabó por asesinar a Geta, que murió en brazos de su madre, según indican algunas fuentes. Ella, sin embargo, consiguió conservar una buena relación con su hijo mayor, con lo que llegó a ocupar un cargo de regente oficial, tomando muchas de las decisiones de gobierno y logrando que la labor administrativa de Septimio Severo se completara. El carácter despótico de Caracalla permaneció inalterable, lo que llevó a un grupo de pretorianos a asesinarle. Julia Domna, ya anciana, sólo sobrevivió unas semanas a la muerte de su hijo mayor. Tras su desaparición, el resto de las mujeres de la familia imperial, con Julia Mesa y Julia Mamea a la cabeza, habían aprendido el estilo de gobernar de la matriarca, y lograron conservar su influencia sobre los siguientes emperadores hasta la caída en desgracia de toda la dinastía.

 

 

 Trabajo realizado por Carla Fernández Benito, alumna de 4° ESO B.

 


 

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