Cuando sonó el timbre, me asusté. Ya sabía que las cosas
últimamente no estaban saliendo bien. De todos modos, me agarré a las últimas
esperanzas que me quedaban. Quién sabe, quizás eran esos hombres tan molestos
tratando de venderme cualquier tontería, o alguien que se había confundido de
puerta. En el fondo yo ya sabía que todo esto era mentira, ni siquiera quedaban
esos hombres y mi puerta era la única en pie de todo el barrio. Mi cabeza dolía
y solo podía atender a los miles de pensamientos que aparecían sin yo quererlo.
La situación está mal, vienen a por mí, ¿qué he hecho para merecer esto? Todo sería
mejor si me hubiera marchado cuando aún había tiempo. Ahora el país era de
ellos, el simple hecho de pensar ya se hace una amenaza. Si abría esa puerta,
sería el fin. ¿Lo afronto de una vez? ¿Soy valiente y escapo? El problema es
que sé que solo quedo yo, nadie estudiará mi historia ni los eventos propios.
Todo se ha ido a la mierda, y no creo que merezca la pena oponerme. Así que me
levanté y fui hacia la puerta que se encontraba al final de mi corto pasillo.
Mientras caminaba me temblaban las piernas, y era muy difícil concentrarse. Ya
había llegado al final de mi existencia y libre albedrío. Querían que fuera
como ellos, pensadores y seguidores de “una sociedad sana’’. ¿Sana? ¿En serio?
Solo quieren máquinas, la última igual que las millones anteriores. Pero, ¿qué
otra opción tenía? Así es como me decidí a girar finalmente el pomo. Una mujer
y un hombre, vestidos de forma informal, me esperaban con una sonrisa.
-
¡Hola!
Somos de la asociación contra la existencia de personas como tú, solo queremos
ayudarte a mejorar. – Dijo el hombre manteniendo una sonrisa.
Después de soltar eso, entendí la situación. Esto ya había
pasado más de una vez, pero ahora era consciente de que no iban a parar hasta
capturarme. Mi instinto hizo que saliera corriendo. Ambos me persiguieron,
mientras gritaban palabras que yo no podía entender. Al final consiguieron pillarme,
ya habían pasado unos años desde la primera vez.
-
No
tienes que huir así, ¡solo queremos ayudarte!
Todo eso era mentira, mentira y más mentira. Creo que ahí fue
el momento en el que me desmayé, porque ya no recuerdo qué pasó.
Me desperté en una jaula, rodeada de personas que se parecían
a mí. Algunos de ellos se entregaron hace tiempo, por lo que ya eran casi
“normales’’. No tenían pensamiento propio, actuaban como los demás, y eso
gustaba. Era como una fábrica de personas, hacen experimentos contigo y te
obligan a hacer ciertas cosas para que te “recuperes’’. ¿Recuperarme de qué,
exactamente? Nunca lo entendí y no creo que lo consiga hacer. Todos vestidos
igual, con un horario y normas estructuradas. Al principio me opuse, pero
pronto empecé a acceder. ¿Por qué? No sabría decirlo, pero creo que la droga y
los sedantes que nos aplicaban tuvieron algo que ver.
Un día llegó a visitarme un hombre, quería hablar conmigo.
Para ese entonces yo ya casi me había convertido en lo que todos esperaban,
pero él me abrió los ojos.
-
Encantado
de conocerte finalmente, tu caso ha sido uno de los más complicados. – Dijo.
Me quedé un poco desconcertada, no sabía a qué se refería
exactamente, así que al ver la expresión en mi cara decidió explicármelo.
-
Ya
sabes… Es muy complicado el tratamiento, pero se ha logrado. Mira todo tu
progreso, al principio incluso saliste corriendo al escuchar que eran de la
asociación de ayuda contra los problemas mentales.
Ahí me acordé de todo. Mis memorias habían sido borradas, con
el fin de que fuera como ellos. Él mentía, todos mentían. Volví a empezar, mis
pensamientos llegaron de nuevo y me di cuenta de que nunca iba a conseguir
vivir en una sociedad como esta.
Me levanté de la silla y fui a mi habitación. No sabía cómo
no se me había ocurrido antes, pero ya era hora de acabar con esta farsa.
Le prendí fuego al edificio y salí corriendo. Vi a la
ambulancia y policías llegar. ¿Quién se esperaría que alguien se revelara ante
ellos? Llegó hasta la televisión, con todo su equipo de rodaje preparados para
documentar lo ocurrido. Mientras pasaba cerca, conseguí escuchar el titular de
la noticia que estaba siendo anunciado:
“Se quema el más importante centro psiquiátrico del país, que
acogía a centenares de personas con problemas graves’’.
IRUNE LORENTE 4ºB
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