28 de febrero de 2023

MI FIN (PREMIADOS CONCURSO LITERARIO SAN JUAN BOSCO 22-23)

 





Cuando sonó el teléfono me asusté, llevaba todo el fin de semana esperando la llamada.   

Dudé si debería contestar, pero lo acabé por hacer. No me equivocaba, la respuesta solo fue un grito ahogado, pero me bastó para saber que era él.

El viernes de esa semana empezó todo. Mi amiga Silvia me había convencido para ir a esa fiesta justo aquella mañana. Yo no estaba segura de si era una buena idea, puesto que no conocía al chico que la organizaba, pero, sin embargo, accedí.

Llevaba toda la tarde preparándome, me había puesto muy guapa, y mi vestido rojo resaltaba mi cara. Silvia pasó a por mí a mi casa. Quince minutos después estábamos en la fiesta.                                            

Todo era muy divertido.

A las cuatro de la mañana me empecé a cansar. Después de toda la noche bailando, el sueño se apoderaba de mí. Además, había perdido a mi amiga.

Decidí salir fuera de la casa, el lugar donde se celebraba la fiesta. Era un lugar enorme, en un barrio muy caro. En la calle, reinaba el silencio.

Di una vuelta a la manzana y al girar la esquina, dispuesta para seguir dándolo todo en la fiesta, la vi.

Estaba segura de que era Silvia, pero no lo podía demostrar.

Llamé a la policía, me respondieron rápidamente. Les expliqué la situación: Acababa de ver a un hombre con el cuerpo de una persona muerta metiéndose dentro de una furgoneta. Les dije la dirección, pero me guardé el dato de quiénes eran, tanto el chico como la víctima. No pudieron hacer nada, no los encontraron.

Silvia no volvió a aparecer.

El chico tampoco.

Sin embargo, yo sabía que ese hombre me había visto observándole cuando se metía en el vehículo. Y también sabía que recibiría noticias de él dentro de poco.

Me pasé el sábado y el domingo en casa, esperando información, que no llegó hasta pasadas las doce del último día de la semana.

La llamada.

Esa llamada.

Después de escuchar el grito me puse a llorar. No sabía qué hacer, no se lo podía decir a nadie. Por no montar más dramas seguí con mi vida normal. Pero ese chillido no paraba de retumbar en mi cabeza. No dormí en toda la noche, aunque el lunes si fui a clase. En la vuelta a casa una persona encapuchada me atrapó, me montó en un coche y me llevó a un escondido descampado.

El cuerpo de mi amiga estaba ahí, no lo podía creer. Estaba muerta, muerta en el suelo.

Sentí que desfallecía, mi cuerpo no se aguantaba en pie.

El encapuchado era el organizador de la fiesta. Se quitó su capucha, se sacó una pistola del bolsillo y me disparó.

Caí.

Al momento él hizo lo mismo. Vi su cuerpo sin vida, me alegré.

Un rato más tarde yo también respiré por última vez.

La herida del disparo había acabado por matarme.

Tres cuerpos yacían en el suelo.

Silvia, el hombre y yo.

17, 32 y 16 años respectivamente.

Personas fallecidas de las que nunca nadie más supo nada.

Mi familia lloró mucho, mi madre estaba desesperada.

Mi fin había llegado.

Lorena había muerto.

 

 

Vega Cordón Ezquerro 2º ESO B

16 de febrero de 2023

MERCADILLO SOLIDARIO DEL PROGRAMA DE CENTROS EDUCATIVOS HACIA LA SOSTENIBILIDAD (CEHS)

 



El pasado 31 de enero, durante la celebración de san Juan Bosco, los alumnos organizaron un mercadillo solidario con gran éxito. Se recaudaron 174,58 euros que, tras la votación popular, se ha destinado a UNICEF.

9 de febrero de 2023

UNA SOCIEDAD NORMAL (PREMIADOS CONCURSO LITERARIO SAN JUAN BOSCO 22-23)

 



Cuando sonó el timbre, me asusté. Ya sabía que las cosas últimamente no estaban saliendo bien. De todos modos, me agarré a las últimas esperanzas que me quedaban. Quién sabe, quizás eran esos hombres tan molestos tratando de venderme cualquier tontería, o alguien que se había confundido de puerta. En el fondo yo ya sabía que todo esto era mentira, ni siquiera quedaban esos hombres y mi puerta era la única en pie de todo el barrio. Mi cabeza dolía y solo podía atender a los miles de pensamientos que aparecían sin yo quererlo. La situación está mal, vienen a por mí, ¿qué he hecho para merecer esto? Todo sería mejor si me hubiera marchado cuando aún había tiempo. Ahora el país era de ellos, el simple hecho de pensar ya se hace una amenaza. Si abría esa puerta, sería el fin. ¿Lo afronto de una vez? ¿Soy valiente y escapo? El problema es que sé que solo quedo yo, nadie estudiará mi historia ni los eventos propios. Todo se ha ido a la mierda, y no creo que merezca la pena oponerme. Así que me levanté y fui hacia la puerta que se encontraba al final de mi corto pasillo. Mientras caminaba me temblaban las piernas, y era muy difícil concentrarse. Ya había llegado al final de mi existencia y libre albedrío. Querían que fuera como ellos, pensadores y seguidores de “una sociedad sana’’. ¿Sana? ¿En serio? Solo quieren máquinas, la última igual que las millones anteriores. Pero, ¿qué otra opción tenía? Así es como me decidí a girar finalmente el pomo. Una mujer y un hombre, vestidos de forma informal, me esperaban con una sonrisa.

-          ¡Hola! Somos de la asociación contra la existencia de personas como tú, solo queremos ayudarte a mejorar. – Dijo el hombre manteniendo una sonrisa.

Después de soltar eso, entendí la situación. Esto ya había pasado más de una vez, pero ahora era consciente de que no iban a parar hasta capturarme. Mi instinto hizo que saliera corriendo. Ambos me persiguieron, mientras gritaban palabras que yo no podía entender. Al final consiguieron pillarme, ya habían pasado unos años desde la primera vez.

-          No tienes que huir así, ¡solo queremos ayudarte!

Todo eso era mentira, mentira y más mentira. Creo que ahí fue el momento en el que me desmayé, porque ya no recuerdo qué pasó.

Me desperté en una jaula, rodeada de personas que se parecían a mí. Algunos de ellos se entregaron hace tiempo, por lo que ya eran casi “normales’’. No tenían pensamiento propio, actuaban como los demás, y eso gustaba. Era como una fábrica de personas, hacen experimentos contigo y te obligan a hacer ciertas cosas para que te “recuperes’’. ¿Recuperarme de qué, exactamente? Nunca lo entendí y no creo que lo consiga hacer. Todos vestidos igual, con un horario y normas estructuradas. Al principio me opuse, pero pronto empecé a acceder. ¿Por qué? No sabría decirlo, pero creo que la droga y los sedantes que nos aplicaban tuvieron algo que ver.

Un día llegó a visitarme un hombre, quería hablar conmigo. Para ese entonces yo ya casi me había convertido en lo que todos esperaban, pero él me abrió los ojos.

-          Encantado de conocerte finalmente, tu caso ha sido uno de los más complicados. – Dijo.

Me quedé un poco desconcertada, no sabía a qué se refería exactamente, así que al ver la expresión en mi cara decidió explicármelo.

-          Ya sabes… Es muy complicado el tratamiento, pero se ha logrado. Mira todo tu progreso, al principio incluso saliste corriendo al escuchar que eran de la asociación de ayuda contra los problemas mentales.

Ahí me acordé de todo. Mis memorias habían sido borradas, con el fin de que fuera como ellos. Él mentía, todos mentían. Volví a empezar, mis pensamientos llegaron de nuevo y me di cuenta de que nunca iba a conseguir vivir en una sociedad como esta.

Me levanté de la silla y fui a mi habitación. No sabía cómo no se me había ocurrido antes, pero ya era hora de acabar con esta farsa.

Le prendí fuego al edificio y salí corriendo. Vi a la ambulancia y policías llegar. ¿Quién se esperaría que alguien se revelara ante ellos? Llegó hasta la televisión, con todo su equipo de rodaje preparados para documentar lo ocurrido. Mientras pasaba cerca, conseguí escuchar el titular de la noticia que estaba siendo anunciado:

“Se quema el más importante centro psiquiátrico del país, que acogía a centenares de personas con problemas graves’’.

 

IRUNE LORENTE   4ºB