El martes 16 de octubre llegamos a la estación Renfe de Calahorra. Aunque sabíamos quién nos iba a esperar – como les españoles ya habían ido a vernos en Berlín – , nos pusimos bastante nerviosos media hora antes de la llegada: ¿cómo será la ciudad, cómo las casas, las familias, el colegio …?
La acogida fue cordial y
calurosa, se estibaron chicos y equipaje en los coches y el grupo se disolvió.
Al contrario de Berlín, con
Calahorra uno se puede familiarizar muy rapidamente. Fuimos también a Zaragoza
y a Logroño para conocer algunas ciudades mayores, y a San Millán para la
historia. Como la Rioja
es famosa sobre todo por el vino, también hacía falta ver una bodega donde
aprendimos cómo las uvas se covierten en vino. Por fin dimos una vuelta por el
pantano. Todas estas excursiones fueron muy bien organizadas y acompañadas por
nuestros socios calagurritanos.
El fin de semana hubo lluvia
abundante, dijeron que por primera vez en dos años, lo que era bueno para los campos,
menos para nosotros. Parecía como si hubiéramos traído el mal tiempo de
Alemania, lo que no era cierto.
La mayoría se llevaba muy
bien con sus socios y familias de acogida. Cuando había llegado la hora de
despedida hubo lágrimas y promesas de verse otra vez, pero también alegría de
volver en el ambiente habitual de Berlín.
Holger
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