Y entonces se hizo la noche, y con ella el silencio. Tras horas en las que el pueblo esperaba que la luz jamás se fuese, llegó la hora temida. A las diez en punto el sol desapareció, tal y como esa niña dijo. Todo el mundo tras las puertas de sus casas, con sus seres queridos, temiendo lo peor y esperando lo mejor. Hacía tan solo una semana todo era completamente normal, la vida en aquella pequeña aldea en las montañas transcurría sin sobresaltos. Hasta que una niña se esfumó, Mencía, de ocho años, una chica cualquiera que el 8 de junio no llegó a su casa. Eso puso a todos alerta. Nunca había pasado nada semejante. Sin embargo, tan fácil como se fue, volvió, al pasar tres días. Llegó a su casa impoluta, sin signos de agresión alguna. El mensaje que transmitió a sus padres sembró el pánico. Según ella, un hombre de mediana edad la secuestró a puertas de su casa, con sigilo y cautela, de tal manera que nadie lo notó. La llevó al bosque, a la fuerza, pero sin herirla, y llegaron hasta una casa que imponía. Dentro había mínimo una docena de personas y le contaron que había sido escogida para dictar a su pueblo unas palabras muy específicas: ‘La noche del 12 de junio, vuestro pueblo sufrirá un ataque, de tal gravedad, que al alba no habrá vida alguna en sus casas’. Todo el mundo le creyó, y el alcalde obligó a todos a permanecer en casa hasta el día siguiente. A duras penas, algunos consiguieron dormir y, sorprendentemente, despertaron. Nada ocurrió, nadie sabía el porqué. Decidieron investigarlo, un grupo de policías y Mencía, la guía, se sumergieron en el bosque en busca de la casa escondida. Al llegar, no estaba, solo restaban los cimientos. Había ocurrido un incendio y estaban contemplando una imagen horrible, imagen que a John se le quedó plasmada en la mente incluso al despertar. Era día 8 de junio, el secuestro aún no había sucedido. John estaba en la casa junto a sus once compañeros. Era el día en el que el plan se ponía en marcha, tras semanas planeándolo. Y tan solo había sido un sueño, un sueño en el que todo iba mal, en el que todo se torcía, un sueño que puso fin a ese plan por miedo. Un sueño que salvó la vida a todos los habitantes de la aldea.
Andrea Beamonde
4º ESO B
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