LA CARTA
Era una noche oscura y fría de otoño. Las estrellas brillaban mucho
más que cualquier otra noche, la luna se reflejaba en el estanque como una
araña de plata y de fondo se podía escuchar el sonido de algunos animales
nocturnos.
Yo estaba tumbada en la hierba, mirando su carta como si fuera una
foto en la que él sonreía, su sonrisa
era preciosa. Leía esa carta una y otra vez, no me cansaba de leerla, era tan
bonita, su letra, sus puntos y comas… todo. Parece algo absurdo estar de noche
tumbada en la hierba, admirando una carta que ni siquiera estaba escrita para
mí… ¡Ojala fuera para mí!
Aunque me cueste admitirlo, el hecho de que no fuese para mí, me
destrozaba.
Llegaron las once y recibí un mensaje de un número desconocido. Pensé
que sería alguien de la escuela, porque me dijo un simple “hola qué tal”; pero
lo dijo como si ya hubiéramos hablado
antes. Yo le contesté y le pregunté quién era; pero él no contesto a la
pregunta, solo siguió como si nada.
Me marché a casa y me tumbé en la cama, doblé la carta y la escondí debajo
de mis libros.
Era bastante tarde, no recuerdo la hora pero ya eran más de las doce.
El desconocido continuaba hablándome. No paraba de decirme que estuviera
tranquila, y eso me ponía aún más nerviosa.
Comenzó a hablarme de la carta, me dijo que la leyese y que le dijese
lo que ponía al comienzo y al final.
Yo no debería haberlo hecho, porque no lo conocía, pero lo hice. Contesté
a todas las preguntas que él me hizo y le dije todo lo que sabía sobre aquella
carta. Fue muy extraño cómo consiguió sacarme toda esa información; pero su
naturalidad y confianza me hicieron responder a todo.
En su perfil había una foto ridícula, eran tres hombres vestidos de
rosa, riéndose a carcajadas; eso me hizo saber que debía ser un chico. Y lo era,
o eso me dijo.
Llegaron las tres de la mañana y seguía hablándome.
Al final, yo le pregunté otra vez quien era y él contestó “soy yo”, me
quedé pensando y le volví a preguntar y esta vez él contestó “soy yo…el de la
carta”
Me quedé paralizada y él me siguió hablando.
Él era el chico de la carta. Una carta preciosa, que hablababa de
amor, esa carta que siempre quise que fuera para mi…y estaba escrita para mí.
Ángela Lucía Gutierrez Garrido- 2º ESO-
Ángela Lucía Gutierrez Garrido- 2º ESO-
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